Un espacio de estilo ‘Valparaíso victoriano’, con revestimientos de calamina y maderas nobles, irrumpe en el cerro Alegre con absoluta renovación. Una antigua fisonomía laberíntica que ahora da paso a volúmenes y espacios que funcionan como “respiradores” en un hotel que también acoge la historia de amor de Catalina Atria y John Major, sus fundadores.
Por Gente de Caras
Fotos Diego Bernales
Pasillos con cuadros, que hablan de la historia y los antepasados de los dueños de casa, se abren camino en este hotel que resume la historia de Catalina Atria y John Major. Ella chilena y él californiano, vivían en San Francisco, Estados Unidos, cuando decidieron hacer un giro en sus vidas a través de un proyecto enriquecedor y entretenido para ambos. Mientras ella trabajaba como profesora y él en empresas de tecnología, la idea de un ‘guesthouse’ en Valparaíso se transformó en un sueño que empezó a tener forma una vez que se asociaron con los padres de Catalina -Rodrigo Atria y Loreto Álamos-, quienes estaban por jubilar y vieron con entusiasmo este emprendimiento familiar en una de las arterias con más carácter patrimonial a medio camino entre el plan y el cerro.
Los viajes siempre han marcado las vidas de Catalina y John. Se conocieron en la Pontificia Universidad Católica de Chile, en el 2003, cuando él con 20 años había llegado al país como estudiante de intercambio en ciencias políticas, mientras ella cursaba literatura. “Nos sentamos como compañeros en la misma mesa y a la semana siguiente ya estábamos pololeando”, dice Catalina. Desde entonces nunca más se separaron, viajaron por el Sudeste Asiático y también trabajaron como profesores de inglés en Tailandia.
RUMOR DE AGUAS “Una historia de amor absoluta”, como la define John y que ahora prosigue en esta casa en el número 167 de la calle Almirante Montt. Una construcción que, según investigaciones realizadas por ellos mismos, data de la década de 1890. “Es información confirmada a través de cosas que hemos ido encontrando como clavos de la época e incluso boletas”, comentan. En antiguas fotos y publicaciones del cerro Alegre, sin embargo, se puede observar que en 1906 la casona ya estaba en pie.
De estilo victoriano y altos espacios interiores, tenía como antigua dirección la calle Tubildad: una palabra enraizada con el mapudungun y que significa “rumor de aguas”. Con en el tiempo, pasó a llamarse Almirante Montt, nombre que conserva hasta hoy.
El salón principal, por lo tanto, hace constante alusión a ese relato porteño como un sello permanente. De ahí que los dueños de casa desplegaran un enorme retrato al óleo de doña Mercedes Reyes, tatarabuela de Catalina y vecina de la calle Tubildad. “Ella nació en el cerro Alegre y de alguna forma es la figura de la cual vienen muchas mujeres de mi familia y que también aparecen en pinturas y fotos antiguas en torno a este gran cuadro”.
Esa impronta histórica es para John un elemento que, de alguna manera, perfila al turista que llega a Valparaíso y a su hotel. “Principalmente, son santiaguinos en busca de esta identidad o extranjeros muy aventureros, porque es difícil llegar hasta aquí cuando vienes de muy lejos. La mayoría siempre va a Europa, pero aquí en Chile hay más contacto con la naturaleza, sobre todo a través del montañismo o deportes relacionados con el mar”, sostiene.
COINCIDENCIAS Y MIGRACIONES
La elección del nombre Casa California tiene que ver con el lugar de origen de John, San Francisco, que fue también el hogar de ambos durante nueve años y con la historia compartida entre esa ciudad y Valparaíso. “Nuestra relación, de alguna manera, refleja la historia de ambos puertos y del intercambio que hubo entre los habitantes de Chile y California. En 1948, se descubrió oro en las costas californianas y la noticia llegó rápidamente a Valparaíso. Desde aquí salieron los primeros inmigrantes y materias primas a esa ciudad. Y desde allá llegaron maderas de California, de Oregon, de Washington con las que se construyeron las casas porteñas como la nuestra. Lo vemos como un reflejo de nuestra propia historia”, relata Catalina.
Con siete habitaciones, todas con baño privado y cama matrimonial, en Casa California el desayuno tiene una pauta entre porteña e internacional. Frutas de la estación, pan recién horneado, más café tostado y molido por ellos mismos que se sirve junto a una barra de madera de casi tres metros de gran impacto visual.
Es el momento en que Catalina y John también entregan a los huéspedes datos de la ciudad, panoramas y dónde ir. Además de guiarlos, también los invitan a actividades que están programando con regularidad, como clases de coctelería o de historia y procesos del pisco. Para seguir la conversación existe además un patio jardín interior junto a un soberbio murallón de contención. Es donde se puede ir a tomar un té junto a la colección de plantas que es otro de los orgullos de Catalina.
@casacaliforniavalpo
www.casacalifornia.cl
Almirante Montt 167.
Valparaíso.
Teléfono +56945489831
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