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Las novias de Paula Matthei: Contemporáneas del fin del mundo

La diseñadora chilena inauguró su atelier de novias en el madrileño barrio de Salamanca en los mismos días en que Vogue España destaca su trabajo “como una apuesta que pone la alta costura y el romanticismo en primer plano”. Son los pasos de una valdiviana que además no olvida llevar la potencia del paisaje sureño a sus diseños.






En un país como España donde la tradición nupcial alcanza altísimos niveles de calidad e innovación, el nombre de Paula Matthei Da Bove aparece en la escena como una figura fresca en el ‘universo bridal’ que llega del sur de Chile. No de cualquier modo, su impronta es la de un minucioso trabajo a medida, pero con una estética que toma distancia de las tradicionales vestidos de novia.

“Mi propuesta se compone de una mezcla de las estéticas y tendencias de diferentes épocas. Lo que más me gusta de la moda de hoy -no solo nupcial- es que podemos volver a cualquier década y rescatar lo que más nos gusta de cada una de ellas. En mis vestidos de novia me gusta rescatar detalles y patrones de diferentes momentos de la historia de la moda, para lograr vestidos únicos con un aire romántico entre lo antiguo y lo contemporáneo”, dice a la hora de explicar su estrategia creativa.





“Siempre me gustó hacer cosas a mano, como pintar y bordar. Lo vi de cerca desde muy pequeña: mi madre es ceramista y pasé mucho tiempo acompañándola en su taller. A los 12 años empecé a transformar mi ropa con la ayuda de la costurera que iba a coser a casa, la señora Rosa. Me encantaba encontrar prendas de segunda mano y darles una nueva vida”, relata.

De la carrera de diseño gráfico en Santiago (Chile) obtuvo una base muy importante de la estética y el diseño en general, “algo que me ayudó a entender lo que comunican las formas y su funcionalidad”.

Cuando concluyó los estudios, su madre le regaló una máquina de coser. Fue cuando confirmó que lo suyo era el vestuario y las telas: “hacer que cobren una vida con mis propias manos. Ahí es cuando decidí estudiar moda y seguir mi pasión”.




Han pasado seis años desde que su prima le pidió que creara su vestido de novia. A partir de ese modelo comenzaron a salir otros hasta que el ‘boca a boca’ terminó siendo su mejor aliado, mejor que una red social. “Sin darme cuenta me fui enamorando de la confección a medida y su artesanía… Leer a la novia es una de las partes que más me fascinó del proceso”. Por otro lado, siempre está muy consciente de la enorme huella que deja la industria textil en el medio ambiente, “por eso quise poner mi grano de arena plantando un árbol en la Patagonia cada vez que salía un vestido de mi taller”, prosigue.

-¿Cómo partió la idea de llevar su trabajo a Europa?

- “Luego de un par de años con mi marca, mi novio, de nacionalidad española, me propuso que nos viniéramos a vivir a Madrid. La idea era conocer su mundo, el otro lado de la moneda. No fue una decisión fácil, dejarlo todo, cruzar el charco y empezar de cero, pero uno hace todo tipo de locuras por amor, ¿no? Llegamos el 2018 con unas cuantas maletas y mi máquina de coser bajo el brazo, sabía que el proceso de crear mi marca de novias en otro país, donde nadie me conoce, iba a ser difícil y lento. Pasé los dos siguientes años observando la cultura, las tradiciones, quise empaparme de la gente y su estética”.

Aunque antes había estado en Europa muchas veces antes, por distintas razones, “no es lo mismo ser turista que vivir la ciudad día a día, tener la sensación de la rutina. Por eso decidí también trabajar como costurera en ateliers de marcas de novia en Madrid, para tener la experiencia completa antes de lanzarme”. En plena pandemia, entonces, dibujó una idea general de lo que tenía en la cabeza y se compreó un pasaje a París para comprar telas”.





-¿Fue cuando dio el gran paso?

“Claro, han sido meses de mucho trabajo, diseñando y confeccionando los vestidos de la colección para poder mostrar mi trabajo como diseñadora. Y lo más lindo fue encontrar un equipo perfecto para capturar mis modelos en fotos y vídeos. Un grupo de personas maravillosas que puso todo su esfuerzo para que resultara incluso mejor de como me lo imaginaba. Fue algo mágico, después de casi tres años de esperar este momento. Todo este trabajo, finalmente, culminó con la apertura de un showroom en la calle Jorge Juan 15, esquina Lagasca donde atiendo bajo cita previa”.





-¿Qué rol juega la sostenibilidad en tu proyecto?

-“En Chile no existe aún la fabricación de telas orgánicas, e importarlas desde miles de kilómetros tampoco es la solución. Por eso decidí neutralizar la huella plantando un árbol nativo en la Patagonia por cada vestido que sale de mi taller. Me apoyé en una empresa especializada para calcular la cantidad de CO2 emitido en el proceso de confección de un vestido… Llegamos a la conclusión que un árbol recién plantado tarda entre 3 y 4 años en neutralizar dicha huella. A la novia se le entrega un certificado de neutralización y las coordenadas de donde fue plantado su árbol, en el fin del mundo”.



Ph: Cecilia Alvarez Hevia @cecilia_ddvyr Video: Juan Gama @juangamadc Dirección de Arte: Juncal Roig @juncalroig MUH: Javiera Vergara @jvergara.makeup Modelo: Almu Cañedo @almucanedo Producción: Diego García-Valdecasas @diegovaldecasas, Ramón Bescós @ramonbes, Ludger Westrick, Francisco

Joyas: @antiqua.store, @alhajacultstore Zapatos: @mintandrose Sombreros: @masario.es


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