Madonna y Lourdes Leon representan una expresión absoluta de matriarcado artístico, aquel donde la progenitora brilla como una leyenda inmortal mientras la hija trata de seguir sus pasos asumiendo que posiblemente nunca la alcanzará.
Era su consagración como una mujer multitalento. En 1996, Madonna estrenaba el musical Evita y, a los meses, sumaba el nacimiento de su primera hija: Lourdes, una niña que vino al mundo luego de que todas las miradas estuvieran puestas en la relación de la reina del pop con el actor y entrenador físico cubano Carlos León.
Aunque desde muy niña Lola —conocida así por familiares y amigos— descubrió el poder de la atención mediática, con el tiempo fue asumiendo un plano menos protagónico. Al principio y con sólo siete años participó en una una actuación de su madre en los MTV Video Music Awards y todo el mundo vislumbró en ella el nacimiento de una nueva estrella. Pero, en la medida que se fue acercando la adolescencia, comenzó a demostrar un celo extremo por su vida privada.
Limitó sus apariciones públicas y, desde entonces, prácticamente no da entrevistas ni tampoco es activa en la redes sociales. Al revés de su madre, que la industria bautizó como la ‘Material Girl’, su lema ha sido la reivindicación de la belleza natural. Las pocas veces que ha aparecido en público lo ha hecho con sus axilas sin depilar, muy fiel al movimiento #freethenipple.
Al contrario que otras jóvenes hijas de famosos, como Kendall Jenner, Hailey Bieber o Kaia Gerber, Lourdes no se dejó encandilar por las luces y le dio prioridad a sus estudios y se matriculó en la Univesidad de Michigan y después ingresó a la Guardia High School en Nueva York, una institución especializada en artes visuales y artes escénicas.
Trabajó también en el departamento de vestuario de las giras internacionales de su progenitora y de ahí aprendió algo que quiso compartir con la prensa. “Es una locura el talento que tiene mi madre. Me muero de la envidia porque ella es increíble en todo lo que hace. Es una genial bailarina, una estupenda actriz, toca el piano de una forma preciosa… tiene mucho más talento que yo”, confesó a la edición británica de Vogue.
Lourdes y su primera aparición a los siete años en los MTV Video Musical Awards.
Madonna también tiene su teoría y cree que a su hija le falta todavía buena parte determinación de la que ella hizo gala a principios de su carrera. Posiblemente por haber tenido una fuerte imagen maternal y por haber nacido en el seno de una familia adinerada. “Tengo la sensación de que las redes sociales le atormentan y que la hacen pensar que las cosas que consiga vendrán porque yo soy su madre. Intento ponerle el ejemplo de otras hijas de famosos como Zoe Kravitz, que también tuvo que pasar por esa fase de ‘ah, tú eres hija de…’ y luego fueron tomadas en serio. Solo tiene que seguir trabajando e intentándolo”, sostiene.
La opacidad mediática ha rodeado también la vida amorosa de la joven y la relación con su padre, con quien se cree que sigue manteniendo un trato cercano. En el aspecto sentimental, comparte su vida desde 2017 con el fotógrafo y skater Jonathan Puglia. Ambos fueron fotografiados disfrutando de las playas de arena blanca y aguas cristalinas de México hace menos de un año. Pero el ex novio más célebre de Lourdes es el actor nominado al Oscar Timothée Chalamet (Call Me By Your Name), con quien además compartió clases de teatro.
Por el momento, Lourdes trata de seguir los pasos de su madre entre el pudor y la timidez, como la vez que usó los corpiños que Jaen Paul Gaultier creó para su madre en los años ’90. Se puso el artefacto en su torso, sacó la lengua y apenas escuchó el disparo de la cámara fotográfica, se apresuró a desmontar el famoso diseño. Sólo por la gran y única razón de ser ella misma, una joven que sueña con que la llamen sencillamente por su nombre: Lourdes. Y no como el vástago de una súper estrella.
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