Por Alfredo López J, @alfogram Estuvo 29 años al mando de las melenas del Festival de Viña del Mar, le hizo el look a La Madrastra, a la Argandoña como lectora de noticias y fue el creador de la inmortal chasquilla Araya o “Araña”: la misma que todas usaron entre los ‘80 y los ’90 y que las azafatas de Ladeco la convirtieron en marca propia. A una semana de su partida, recordamos esta entrevista en su casa en el campo que nos dio hace más de seis años.
Foto oficial para la obra "Orquesta de Señoritas" en el Teatro Oriente, donde Pato Araya estaba a cargo de las pelucas y peinados. FOTO: Patricio Melo.
La última vez que conversamos fue en su casa en el campo, un lugar que también tenía algo de esa estética palaciega de su peluquería en El Golf. En medio del jardín, con prado, esculturas, glorietas más de cinco perros y una huerta personal, Pato recodaba su Mejillones natal, donde quedó huérfano de padre por culpa de una bronconeumonia, cuando él era guagua. Estudió en el colegio San Luis de Antofagasta mientras vivía con sus abuelos. Le gustaba dibujar, pintar, ir a la iglesia. A los nueve años su madre se casó de nuevo. No sintió celos, incluso volvió a vivir con ella.Pero antes de los 20 decidió emigrar, porque soñaba con ser un peluquero influyente y también -dice con tristeza- porque su mamá era dominante y de carácter fuerte.
Devoto de Dios, incondicional de sus amigos, el Pato no admitía una pena, como tampoco le gustaba jactarse de sus triunfos. Esa vez se explayó en su propia historia, con episodios antológicos de la televisión, de la moda y del mundo de las tijeras.
-¿Cómo recuerdas tu infancia en Mejillones? -La verdad es que fui muy feliz. La gente aplaudía mi trabajo, mi arte, mis manualidades. Imagínate: a los cuatro años hice mis primeras acuarelas. Y nadie pensó que pudiera hacerlo, porque no tenía la técnica. Pintaba con los dedos y lograba colores exactos. -¿A qué edad empezaste a cortar el pelo? -A los once, con las amigas de mi mamá. Y siendo peluquero terminé el colegio, di bachillerato y entré a la Universidad del Norte, donde me licencié en dibujo y pintura. Siendo peluquero lo hice todo en la vida. -Pero de alguna parte debiste sacar el talento. - Mi abuelo paterno era mecánico tornero, pero tenía el hobby de cortarles el pelo a todos en la casa. Siempre trato de ir a su tumba.
-¿Sigues con la tradición de ir al cementerio cada año en noviembre? - Casi siempre. A veces he tenido que interrumpirlo por alguna urgencia. Ahí están mi madre y toda mi familia. Mi apellido materno es Daud y los árabes somos aclanados. De hecho, están todos juntos enterrados en un solo sitio, como se usa en el norte. -¿Cómo lograste separarte de la familia? -La verdad es que me arranqué de mi mamá. Se puso insoportable con los años. Le molestaba hasta que la miraran. Mi padrastro, que fue alcalde de Mejillones, cuando la veía así decía: "amaneció el mar malo, así que me voy". Y le respondía: "yo también". No aparecíamos hasta la noche. Después, igual nos retaba, porque la habíamos dejado sola. -¿Y por qué tenía ese carácter tan fuerte? -De buena paisana que era nomás. Y además estaba el hecho de que yo fui su único hijo. Era muy posesiva. No quería dejar ir a su única cría. -¿Qué te hizo tomar la decisión? -Una vez llegó un señor relacionador público del tren Antofagasta-Bolivia. Dijo que pensaba que me estaba perdiendo en Mejillones y que una amiga suya, la señora Minina Baltra de Velasco iba a abrir una peluquería en Providencia. Y me vine en bus. Nunca había estado en Santiago. Llegué igual que la Carmela de San Rosendo. Obviamente, me terminó gustando. Volví a Mejillones y vendí todo lo que tenía para poner mi salón. Mi mamá vivía preguntándome cómo me alimentaba y me pedía que regresara". -¿A quiénes agradeces en este camino? -Recuerdo a mi abuelo que decía: Hijo, trabaje en los lugares donde realmente debe estar y, sobre todo, hágase pagar bien. Son palabras que te quedan. Pero claro, uno debe agradecerle a mucha gente: a Fernando Pizarro, que hizo los primeros desfiles grandes en Chile, a los de Canal 13, a Patricia Guzmán en la época de Canal 7, a Sergio Riesenberg, en fin, a mucha gente. -Alejandro López, tu compañero, también ha sido importante en tu trayectoria. Llevan más de 30 años juntos… -Por supuesto. Es mi amigo, mi compañero, una persona con la que tengo muchos intereses en común, sobre todo desde el lado artístico, que nos ayuda a entendernos aún mejor de lo que alguna vez pudimos imaginar. Todo eso amarra nuestra relación con mucha fuerza. Pero, claro, toda la gente que está cerca de nosotros sabe que nos gusta manejarlo nuestro con mucho respeto y cautela, porque no cuesta nada caer en la mediocridad. -Mantienes tu vida privada en mucha reserva. -Es cierto. Nunca fui de amoríos ni de estar preocupado de esas cosas. Estuve muy dedicado a mi profesión, en un ciento por ciento. De hecho, nunca tomo vacaciones, soy feliz con lo que hago. Doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de hacer algo que me gusta.
Pato Araya, Catalina Domínguez y Mauricio Jiranek en la fiesta de Sarah Jessica Parker en Chile. FOTO: Javiera Gandarillas.
No es bueno para sacar cuentas, pero sabe que cumplió 29 años a cargo del pelo y el maquillaje de las estrellas del Festival. También, de muchas animadoras, a partir de María Olga Fernández. Su oficio y su nombre es uno de los pocos con rango histórico en el certamen. De mujeres sabe mucho y cuenta que, sin lugar a dudas, ha peinado a todas las bellas del país. "A la Cecilia Bolocco no cuesta nada mantenerle el look, porque ella tiene un estilo más clásico. Es una chica preciosa que conozco desde muy niña".
- Aunque Raquel es más imitada, ¿no? - No me cabe ninguna duda. Todas quieren usar su corte de pelo o su color. A mí me lo preguntan a menudo en la peluquería. Ella ha sido mi musa siempre, desde que comenzó a leer noticias en Canal 7. Todos los días le hacíamos cambios de look. Creo que la Raquel es un personaje fashion con todas sus letras. La gente está esperando que aparezca, ya sea para admirarla, para criticarla o simplemente para hacer un comentario sobre ella. Para mí es sencillamente un verdadero ícono.
La actriz Ana María Gazmuri, en la teleserie "Bellas y Audaces". Un retrato con la inmortal chasquilla creada por Pato Araya.
-¿Recuerda que hace más de una década unas candidatas a Miss Chile dijeron que les habías tirado el pelo? -Claro. Pero las entiendo. Eran los nervios del concurso, había que hacerles muchos peinados en menos de cinco minutos, era una locura, pero a una miss hay que estar esculpiéndola a cada rato para que el público y el jurado la vean en todas sus facetas. A mi eso no me molestó. -¿Tienes buenos recuerdos de esa época de gloria de los concursos de belleza? -Si, muchos. Me acuerdo una vez en el Miss 17, cuando ganó la Patricia Larrain, las participantes tenían el pelo en los ojos. Entonces, Vodanovic, en comerciales, dijo: Estas niñas no pueden salir así!. No había tiempo para cortarles a todas y, en la desesperación, les enrollamos la chasquilla con un cepillo grande, el secador y les pusimos harta laca. Ahí nació la famosa chasquilla Araya, que la gente después de tanto repetir, transformó en chasquilla ‘Araña’. Todas la usaban después y las azafatas de Ladeco la convirtieron en su sello porque era versátil y rápida de hacer. Las cosas de la vida, ¿no?
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